martes, 21 de junio de 2016

VIVENCIA DE LA INFANCIA


Cuando era chico entre los 8 y 10 años, tengo el recuerdo que concurría a los talleres de la escuela primaria donde asistía por la mañana. Los talleres eran a la siesta, iba a uno de Educación Plástica donde nos enseñaban a pintar, dibujar, hacer manualidades, etc. Una tarde teníamos que hacer con temperas una escala de color, primero en escala de grises y luego en color. Esto teníamos que realizarlo en un rectángulo dibujado con lápiz en un hoja y allí dentro de los rectángulos consecutivos formar la escala. Cuando estaba terminando se acerca un compañero de clases que ya lo había terminado y comparó su trabajo con el mío, en ese momento me dijo que lo mío estaba desprolijo porque no encajaba en los rectángulos, mis pinceladas se salían de la raya y la maestra estaba frente a nosotros y lo escucho. No le dijo nada, sentí que lo que había hecho en mi hoja no servía, así fue que me quedé angustiado sin saber como sacarme ese sentimiento. La próxima clase, a la semana siguiente concurrí al patio de la escuela pero no ingresé al taller, me quedé hamacándome toda la hora, hasta que llegó la maestra de plástica a preguntarme porque no asistí. Le conté que fue por la experiencia de la semana pasada. Y ella me aclaró que no podía estar hamacándome si no estaba en clases, así que ese fue mi último día de pintura. Hasta ese entonces en los momentos libres dibujaba mucho en mi casa en el campo, dibujaba mucho y lindo, luego de esa experiencia me alejé del dibujo y la pintura aunque siempre me atraían.
Tal vez esa sensación o sentimiento que no supe como resolver, hoy me acompaña en mi adultés, en las relaciones con las personas. Por eso me disculpo en este presente si mis actos ante otros seres incomoda en ciertos momentos.
Desde lo profundo de mi veo cosas que muchas veces me producen una inundación íntima. Y para no liberarlo, actúo ante los demás de la manera que a los demás le gusta que actúe, comprendo que es un poco responsabilidad de todos. Y que no todos tenemos la capacidad de aceptar y comprender la raíz de los actos ajenos.
Esta es una manera de liberarme de mis capas, de las capas que los demás quieren que conserve. Ningún llamado de atención, solo manifestación.
Agradezco el HOY.


IMÁGEN SOLO ILUSTRATIVA

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